Hace unas noches, mientras veía una de las películas más sobrevaloradas del año, estoy hablando de The Town del director de molde Ben Affleck, me vi sorprendido con una sonrisa de satisfacción bien plantada en la cara. Entre actuaciones desproporcionadas, escenas mal editadas, diálogos y situaciones de risa, además de una historia cliché, apareció, como rayo de luz que atrapó mi atención, un rostro conocido con nombre de poca fama, es decir, el de uno los actores secundarios más queridos y respetados.
Ahí estaba Pete Postlethwaite, desojando rosas, con sus pómulos punzantes, queriendo arrancar la piel. Dos o tres escenas bastaron, unas cuantas líneas, tres acercamientos y ¡listo! Tenemos un villano memorable, creíble, incluso entrañable, para una película dispareja -que se balancea entre la brillantez de Jeremy Renner y la tortura de ver a Rebeca Hall y John Hamm hundidos en interpretaciones mediocres-.
Las facciones duras de Postlethwaite le permitieron ser reconocido de inmediato, pero es su abrumador talento lo que le ha permitido, todos estos años, interpreta variedad interminable de personajes. En The Constant Gardener, al igual que en The Town, Postlethwaite hace su aparición hasta el tercer acto de la cinta, su pequeña aparición cala en lo más hondo, su trabajo es refinado, directo, abrumador, memorable. Postlethwaite otorga dignidad a los repartos desastrosos como en The Town y aporta aún más vitalidad y calidad a obras redondas, magnificas, como The Constant Gardener.
El actor inglés acuño su fama a finales de los ochentas y alcanzó la cima de su carrera en 1993, cuando junto Daniel Day-Lewis dio uno de los duelos de actuación más tensos y alucinantes que se tengan memoria, en la estupenda In the Name of the Father, del entonces no tan blando Jim Sheridam. Fundido en el cuerpo del actor, Giuseppe Conlo es un hombre real, del cual sentimos afecto y preocupación desde el primer instante en que aparece en escena.
Conlo, habitante de la Irlanda reprimida de los años setenta, es un hombre de clase media que ha trabajado toda la vida para salir adelante, un tipo sencillo, sin ambiciones, incomprendido por un hijo sediento de libertad y justicia social. Los dos acusados de un ataque terrorista que no cometieron, descubrirán entre las rejas de una prisión quienes son en realidad. El hijo empezará a entender quién es su padre y entonces su vida cambiará. En el camino como dije, dos interpretaciones sublimes, un Day-Lewis irrepetible y un Postlethwaite que se revela como un histrión de talento abismal, que a partir de entonces empezaría a marcar su camino como uno de los mejores intérpretes del mundo. Y estas no son palabras mías, sino de Steven Spielberg quién lo dirigiera en dos ocasiones.
Pete Postlethwaite murió ayer, víctima de cáncer, a los 65 años de edad.
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