Todos queremos a Clint Eastwood. Las personas que abarrotamos la sala para ver Gran Torino no fuimos a ver una película, fuimos a ver a Clint.
Gran Torino es una película hermosa. Clint Eastwood, en total plenitud como director demuestra con esta película su enorme sabiduría como cineasta, artista y hombre.
Es admirable la honestidad con la que el director construye este relato que posee entre otras cosas un enorme corazón. Gran Torino no es una película perfecta y está muy lejos de serlo, tampoco es innovadora, su estructura es clásica, no posee grandes arrebatos visuales, ni temáticos, ni de ningún tipo.
Se trata de una película entretenida, que ademas nos enseña lecciones sobre la vida y la muerte. Lecciones puestas en un cuento creado por un hombre viejo, un hombre que ha recorrido un largo camino y que con emoción y entusiasmo se enfrenta a la vida con vitalidad de un niño, se asombra, nos asombra y nos comparte lo que ha aprendido.
La belleza de esta película recae en la enorme humanidad con la que Clint Eastwood la ha construido. Además es la ultima oportunidad de verlo en pantalla como actor, eligió a Walt Kowalski como su último personaje, al final de la película esto cobra mucho sentido.
El mejor elogio que se le puede dar a esta película es recomendarla y yo la recomiendo sin dudarlo. Vayan a verla.